miércoles, 24 de marzo de 2010

Lux Aurumque

Lux Aurumque: luz de oro. Eric Whitacre inaugura la primavera (afirmación que, reconozco, sólo es aplicable a quienes deambulamos por aquel fragmento de la superficie del globo terrestre que el pasado domingo dejó atrás, aunque sea para los meros efectos del calendario, un invierno particularmente crudo) con el primer "capítulo" de un coro virtual, integrado por 185 voces provenientes de 12 países. Los cantantes hicieron interpretaciones aisladas de sus respectivas partes, mismas que posteriormente fueron combinadas para crear el coro completo.





La música es la más utópica de las artes. Tal como apunta Ernst Bloch: «En la música hay algo superador e inconcluso que ninguna poesía puede satisfacer, a no ser la poesía que la música puede desarrollar de su seno» (Sujeto-Objeto: Comentarios sobre Hegel). El sonido expresa cuanto es mudo en nosotros, la necesidad de colmar armónicamente la inmensidad y el vacío de nuestra alma. Fiel a esta vocación, el coro de Whitacre anticipa el sustrato utópico del cosmopolitismo auténtico: anuncia la luz aúrea de un mundo post-nacionalista y post-tribal, una luz que alienta en el horizonte más lejano (¡bástenos atestiguar un partido internacional de fútbol para constatar la lejanía de este ideal!) y que, sin embargo, también arde en el cercano e íntimo anhelo de una fraternidad  humana que, a la postre, trascienda y disuelva no sólo las fronteras, sino nuestra más profunda soledad existencial.

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