viernes, 26 de marzo de 2010

Crónica de una Conferencia Heterodoxa

En 1998, The New York Times incluyó a Kate Millett (1934, St. Pauls, Minnesota) en un listado de los diez personajes que ejercieron mayor influencia sobre el curso del siglo XX. Sexual Politics (1969), su obra más difundida, es efectivamente un texto imprescindible del feminismo: una tesis doctoral cuya claridad expositiva y sustrato revolucionario le valieron un merecido reconocimiento del público, que rápidamente le alzó hasta el paraninfo de los best-sellers. En ella, Millett realiza un análisis sistemático del patriarcado, esto es, del modelo de dominación en virtud del cual «una mitad de la población (es decir, las mujeres) se encuentra bajo el control de la otra mitad (los hombres)», mismo que se apoya sobre dos principios fundamentales: «el macho ha de dominar a la hembra, y el macho de más edad ha de dominar al más joven» (Sexual Politics, Londres, Rupert Hart Davis, 1971, p. 25).

La originalidad de Millett reside en haber identificado el patriarcado como un sistema de dominación básico, sobre el que se asientan otras formas de opresión (por ejemplo, aquéllas fundadas en la raza o la clase). Una vez evidenciado esto, no se precisa ser un genio para sumar dos más dos: una auténtica transformación de las injustas estructuras políticas y sociales vigentes exige la supresión de sus fundamentos patriarcales.  No debe extrañarnos entonces que, tras la publicación de Sexual Politics, Millett fuese calificada por la revista Time como «la Mao Tse Tung de la liberación de la mujer». Pues bien: he aquí que, el día de ayer, en la sede del Instituto de la Mujer situada en la Calle Condesa del Venadito 14 (Madrid),  Millett dictó una conferencia titulada "Lo Personal es Político: 40 Años Después"...  y yo tuve la fortuna de asistir (véase, al calce de esta nota, el tembloroso documento gráfico con el que pretendo guardar memoria del evento).

Sexual Politics es un libro que abreva en los más diversos saberes: la antropología, la economía, la historia, la psicología o la crítica literaria. La conferencia ofrecida por Millett el día de ayer igualmente hizo patente el talante auténticamente renacentístico de su autora: su temática abordó desde la violencia doméstica y las guerras imperiales actualmente sostenidas por los Estados Unidos de América hasta Homero, Geoffrey Chaucer y Cicerón. El título elegido por Millett alude a uno de los lemas de batalla del feminismo radical: Personal is Politics. Cuando Carol Hanisch acuñó esta consigna en el año de 1969, pretendía aludir al desequilibrio provocado en las relaciones de género por el hecho de que sean catalogados como problemas personales ciertas cuestiones que realmente atañen a la esfera pública: por ejemplo, el trabajo doméstico o la libertad sexual. No obstante, igualmente cabe dotarle de un sentido más amplio, que afecta profundamente cualquier ejercicio de hermenéutica utópica: ninguna lectura está exenta de pre-juicios porque inevitablemente teñimos los horizontes desde los cuales realizamos la interpretación de cuanto nos rodea con matices provistos por las experiencias coleccionadas en nuestras biografías.

Congruente con esta visión sobre las relaciones de poder, Millett hizo un irónico recuento autobiográfico no sólo de su tránsito por las filas del feminismo, sino también de las implicaciones personales que le ha acarreado el propósito de vivir su vida como mejor le ha venido en gana (incluida su reclusión en un hospital psiquiátrico, relatada con mayor detalle en The Loony-Bin Trip). A medida que desgranaba las palabras, las lecciones de vida se sucedían. Mejor dicho, la lección: sólo la vida es importante. Las ideologías que nos inducen a descalabrar al prójimo que no comparte nuestra visión del mundo no valen la pena: por ellas sacrificamos nuestra felicidad y, peor aún, forzamos a otros a sacrificar la suya. Pese a todos los avances tecnológicos contemporáneos, todo cuanto puede ser dicho sobre las relaciones entre hombres y mujeres está compendiado en la colección de relatos de Geoffrey Chaucer, The Canterbury Tales (s. XIV). Si no hemos avanzado desde entonces, es porque la revolución no debe reducirse a una mera reestructuración política o económica, sino que ha de trascender estos objetivos mediante una verdadera reeducación y maduración de la personalidad. La tarea que tenemos por delante hombres y mujeres es aprender a vivir, en igualdad, felices. Después de todo, como ya lo dijera  Cicerón: Qui enim citius adulescentiae senectus quam pueritiae adulescentia obrepit (De Senectute). ¡Cuán más rápidamente roba (tiempo) la vejez a la juventud, que la juventud a la infancia! Si transitamos por la vida tan vertiginosamente, ¿qué sentido tiene amargárnosla, y hacer lo propio con quienes nos rodean?

La mayor parte de las asistentes quedaron encantadas con el heterodoxo discurso de Millett, aunque también hubo alguna que otra inconforme (me expreso enteramente en femenino porque en un auditorio abarrotado por mujeres sólo estábamos presentes nueve o diez hombres... ¿por qué será?). «¿A qué hora va a tratar los derechos de la mujer?», preguntaba, molesta, una joven que escuchaba la conferencia de pie, justo a mi lado. Quizás se deba a mi ceguera masculina, pero me parece que Millett no hizo sino encuadrar la problemática feminista en la simple complejidad (oxímoron inevitable) de la vida entera. «La lucha por el cambio puede llevarse a cabo por medios más inteligentes y creativos que las manifestaciones, como la creación artística», afirmó Millett, porque «la belleza convierte este mundo en un lugar más habitable». Hacer del mundo una obra de arte... ¿puede el feminismo formular una demanda más radical, cuando desde Aristóteles la justicia ha sido percibida como la más perfecta de las virtudes, dado que ni la estrella vespertina ni el lucero del alba son tan admirables?




Posdata

He aquí algunas lecturas recomendables para saber más sobre Kate Millett, sin necesidad de recurrir a lo clásico (esto es, a su página en Wikipedia):


No hay comentarios:

Publicar un comentario